Hace 50 años, el 7 de Julio de 1963, dos
jóvenes peruanos de la Diócesis de Huancayo, Javier Castillo y Angel Acuña, eran ordenados sacerdotes en Roma. La
Hermanita M. Isabel, también peruana, pudo asistir a la celebración. Desde entonces,
muchas veces más el camino de ellos se
cruzó con él de la Fraternidad y se fue estableciendo una sólida amistad.
Quedamos en contacto sobre todo con el p. Javier, especialmente en los años 70
en que estuvimos presentes en su misma Diócesis, en el pueblo de Huahuas.
Es
con él que en 2006 volvimos a esta región de la Sierra Central, buscando el
lugar para una nueva fraternidad; nuestra búsqueda nos llevó a Iscos, donde
tenemos la dicha de recibir al p.Javier con cierta regularidad, para compartir
la Eucaristía y el almuerzo e intercambiar noticias y reflexiones.
(foto: el p.Javier con las htas. de Iscos y una amiga)
¿Cómo podíamos entonces, querido p.Javier, faltar a la celebración de tus Bodas de Oro sacerdotales? Tu alegría es también nuestra alegría. El 6 de Julio, en la Iglesia de Concepción, nuestro Obispo presidió la solemne celebración de acción de gracias. Estaban contigo tu fiel amigo, el p. Angel, y el p. Belealdo, ordenado también el mismo año.
(Foto:
P. Belealdo, P.Javier y P. Angel concelebrando
con el Obispo Mons. Pedro Barreto)
Y cuando Mons. Pedro te dio la palabra, no
dejaste pasar la ocasión para hacernos reflexionar, como de costumbre. En plena
celebración, tus ojos atentos (como los de Jesús, que notó la ofrenda generosa
de la pobre viuda) captaron un detalle que no quisiste dejar en la sombra:
delante de la Iglesia, donde acababa de celebrarse una boda con muchas flores,
adornos, orquestas…una humilde mujer y su niño recogían del suelo el arroz que
se había echado a los novios…Y nos lanzaste tu provocación: “Dios, dice el
Salmo, levanta al pobre del polvo. ¡Ojalá podamos, nosotros también, trabajar
para levantar del polvo a los pobres!”
Padre Javier
Gracias, P. Javier. Tus palabras transmiten
tu pasión por Jesús y su Reino y por sus preferidos: los pobres. Son palabras
que inquietan e interpelan, como las de los profetas. Nos sacuden y resuenan
profundamente en nuestro corazón.
¿Cómo agradecerte tantos años de amistad y sobre todo tu fidelidad a
Jesús, a la Iglesia y a los pobres en estos 50 años de vida sacerdotal…? ¡Que
el Señor te conceda muchos años más, con la misma pasión y la misma entrega!
Las Htas. de Iscos
(¡en
nombre de todas!)
(Foto:
P.Angel, Mons. Pedro, P.Javier, P. Belealdo en la mesa de fiesta)
No hay comentarios:
Publicar un comentario